martes, 30 de abril de 2013

ANDANZA N. 16. QUEDANDO EN EVIDENCIA

Si algo he aprendido en mis andanzas, es que intentar impresionar a alguien suele producir el efecto contrario. Me viene a la mente una historia que me contó un conocido mio. Unos amigos comunes le presentaron a una mujer, le gustó, le propuso ir a cenar y ella aceptó. Como no sabía de los gustos de la señora, preguntó entre sus amigos y uno de ellos le dijo: sin dudarlo, llévala a... digamos "Sal y pimienta". La impresionarás... Dicho y hecho, mi amigo reservó, se encontraron en la puerta del restaurante.... Cuando cruzaron el umbral les recibe una camarera vestida de negro de pies a cabeza, pelo al uno y teñido rubio platino, con pinta guerrera. Y después había otra que parecía su gemela. Y otra. Y camareros delicados también de negro. Luz, más bien poca. Muy íntimo, sí... A la hora de elegir el plato, mi amigo empezó a apartar la carta discretamente. Esto, ¿tu que vas a tomar? Y la señora l replica, ¿ que me aconsejas? Y mi amigo pues... Esto... ¡Es que me he dejado las gafas de cerca en casa! Y la señora le contestó, pues sí que vamos bien: ¡yo no he traído las de lejos! Total, que acabaron señalando a voleo los platos de la carta, como si estuvieran en un país extranjero. Al llegar a los postres, uno de los camareros se acerca a la señora, se agacha a su lado y susurra: pues yo de ti elegiría espuma de limón con aroma de mango que está................ ¡de vicio! Y sí, ¡por extraño que pueda parecer acabaron comiendo espuma de limón con aroma de mango!

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