martes, 11 de junio de 2013

Andanza n. 244. NECESITAMOS UN HOMBRE

La televisión ha hecho “ploff”. Bien, no es así exactamente, pero un día un canal se quedó con un ruido de fondo muy molesto. Concretamente fue TV3, no sé si alguien lo sabotearía. Mi madre montó en cólera porque le gustaba ver a los vecinos dando la previsión meteorológica, explicando lo que ocurre por el mundo, o en qué temporada puedes comprar el mejor boquerón. No es por motivos ideológicos, que conste (Qué mala suerte, un mes antes el calefactor tampoco hizo “ploff” sino que directamente dejó de encenderse) Mi madre se acostumbró a ver los telediarios y las series de cierta cadena y los concursos de otra y echaba poco en falta ya nada. Pero hará cosa de tres días, una de estas cadenas empezó a perforarme el tímpano con el dichoso y mismo ruido bien conocido. Y ayer ya fue el presentador preferido de mi madre, y esto la pobre no lo pudo suportar. Total que decidimos que necesitaba una tele nueva, pero por más que le insistía yo, ella no daba el paso de ir a la tienda. Hoy he sabido la razón. Volvía yo de comprar ropa interior para mis sobrinos cuando, de pronto, por la otra acera oigo una voz familiar que me llama. Era mi cuñado José Ramón con mi madre. Me hacían señas que fuera con ellos a la tienda de electrodomésticos, bendito sea el Señor, dejaré de oír el zumbido de mosca c... Mi madre me suelta: como sabia que te encontraríamos porque ibas a ver a Lourdes, he aprovechado que tu cuñado está libre para que nos acompañe. Es que los hombres saben más de ésto, alegaba. Total que hemos ido los tres (José Ramón armado con la cinta métrica que utiliza mi madre para medir sus labores de punto) a elegir el electrodoméstico. Realmente mi cuñado ha sido muy preciso midiendo las pantallas de los televisores (mi madre decía por lo bajinis: ves cómo necesitábamos a un hombre. Y yo, sí sí, lo que tu digas) Como José Ramón no se ha quedado muy conforme la yaya le ha dado la llave de casa no fuera que luego el televisor no entrara o quedara demasiado pequeño. Hechas las segundas comprobaciones, hemos elegido modelo. Perfecto. El lunes tendremos televisor nuevo, bieeeeeen. Por cierto, aprovechando que la  nevera empieza también a parecer un abejorro, hemos echado una mirada a las neveras y combis. Mi madre estaba mirando las que señalábamos mi cuñado y yo y ha sentenciado: no caben. El ha sacado de nuevo la cinta métrica, 1.69 (hala, mide lo mismo que y) Sí, yaya, decía el hombre, cabe. Mi madre negaba pero ante la comprobación y aseveración de mi cuñado, no ha dicho nada más. Al volver a casa, y en un momento en que no estaba ella, he medido la altura de la nevera. La de la tienda no cabía... Me han entrado ganas de decirle a mi madre  para qué servían los hombres según ella, pero me ha dado miedo su respuesta, aparte de poner a uno de ellos y a Cahuín, ejem... en evidencia

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