miércoles, 3 de abril de 2013

Andanza n 277. RUINA

Esta noche he vuelto a tener un sueño tipo película, como me suele pasar a mi. Digno de un film de Tim Burton, por cierto: Asperger también. Me iba de viaje, no sé si de trabajo o de placer. Llegaba a un punto de la carretera en la que estaba clara la dirección a seguir, allí en las afueras de la ciudad. Si seguía ese camino, llegaba rápido a mi destino. Un atajo.
 Pero al llegar a ese punto, se producía un cortocircuito en mi mente y me despistaba. Tenía que volver atrás, en medio de una populosa localidad vecina de la mía. Reiniciaba el camino, “alguien” (no sé si realmente estaba a mi lado, o había estado, o solo era mi voz interior) me decía, es muy fácil, ¿no lo ves? Por aquí. Y nada. Yo seguía perdiéndome.
Al final no sé si hemos llegado o no a nuestro destino aquellos misteriosos acompañantes y yo, pero de repente buscamos un hotel. O una pensión. Que no sé si están en el destino elegido, si se han perdido como yo o han vuelto atrás. A mi me parece familiar todo aquello: es la casa donde vivía una amiga de mi hermana antes de casarse aunque en mi sueño tiene otro piso más. Esta casa, en la vida real, está a escasos metros de donde vivo. Pero aquí debía de estar lejana porque si no... ¿a qué venía alojarse allí?
La casa estaba llena de pesados cortinajes de terciopelo ajado, muebles con una gruesa capa de polvo, con porquería en todos lados. Teníamos que pasar la noche allí. Y me pasó lo que me suele suceder casi siempre: que me entró pis de madrugada. Y fui al cuarto de baño, donde en el centro había una bañera preciosa pero sucia y llena de telarañas, como el resto del mobiliario. Hice pis en el agujero y volví a un dormitorio que no recuerdo.
Por la mañana, resulta que no había acertado con el agujero y me había desahogado en un bidón negro. No sabia si dejarlo allí como si la cosa no fuese conmigo o vaciarlo. Opté por lo segundo, desparramándolo por el suelo. Total, un poco más de porquería. El wc seguía brillando por su ausencia. Una joven insistía  en traernos un desayuno que a mi me dio asco, servido en manteles y cubiertos llenos de lodo, la comida es escasa y poco variada pero daría igual que fueran manjares. Fuera, lucía un sol espléndido.
Mi madre aparece por allí y compañeras del colegio y mi padre y... Nos dan unos puntos por buena conducta y a mi me los van quitando todos. Me quedo sin nada. De repente, estoy en mi casa, es de noche de nuevo y duerme en ella mucha gente conocida por mi. No puedo acostarme por la angustia que siento. Empieza a clarear el día y tras esa luz grisácea (porque hoy no amanecerá el día limpio) siempre onmipresente, mi madre. En la calle hay un camión aparcado delante de mi casa y los durmientes van desperezándose. Desde la terraza, se dedican a echar al vehículo cajas inmensas y cuadradas. Yo quiero echar lo mio y no me dejan. Grito que acaben ya, grito que quiero desenterrar toda esta quincalla. Tengo prisa pero los demás se me colocan delante y, con parsimonia, siguen llenando mágicamente, desde el cielo, el camión con sus bultos naranja. Y yo sigo rodeada...

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